Durante 50 años celebré mi cumpleaños el día que mi madre me dio a luz. Ahora lo celebro el día que empecé mi terapia, porque ese fue mi verdadero nacimiento. Mirar atrás y reconocer a la que fui y vivir con y por ella desde la que soy ahora con todo el amor del mundo y la seguridad de saberme libre y segura jamás habría sido posible sin el fantástico trabajo de Bárbara Zorrilla. No tendré años ni vida para agradecerle su labor. Un millón de eternas gracias

Había pasado por 4 psicólogas entes de empezar a trabajar con Bárbara, la verdad es que alguna sí que me había ayudado, pero sólo con los síntomas, por eso seguían ahí, y cuando volvía a tener problemas, volvía a aparecer ese nudo en el estómago y esa sensación de bloqueo, en el centro Psicoterapia Integral me ayudaron a ir a la causa de mis problemas y poder solucionarlos.

Desde pequeño he vivido con ansiedad, con 18 años me medicaron, ahora tengo 36 y, después de hacer terapia, he aprendido a tener herramientas para poder afrontar esa ansiedad, a entender lo que me quiere decir y, por primera vez, he dejado de tener miedo. Muchas gracias.

Tengo 52 años, llevo realizando terapia con diferentes profesionales desde los 26 años, momento en el que yo sentía que no era feliz y algo me ocurría. Llegué a Bárbara con todavía resquicios de depresión, y en un momento a todos los niveles en el que pensaba que esto ya no tendría solución; sin autoestima, sin trabajo, con una adicción, después de un varapalo de la vida que me había partido en dos, y otros tantos que poco a poco me habían minado. Llevo un año con ella, tengo dos trabajos, estoy tratando mi adicción en un sitio especializado y si he dado el paso ha sido gracias a la ayuda de Bárbara. Sé que no me soltará de la mano y me acompañará en mis momentos malos y en los mejores.

Aunque antes había ido al psicólogo, no terminaba de encontrarme bien, no sabía lo que me pasaba, odiaba como era porque pensaba que todos me odiaban. Había sufrido bullying en el colegio y cuando me hice adulto la cosa no mejoró. Bárbara me ayudó a entender qué me pasaba y por qué, a desculpabilizarme, a interiorizar que era tan digno de amor y respeto como cualquier otra persona. Hoy en día he aprendido a quererme y respetarme, y a saber cuándo no lo hacen los demás. Espero seguir así, pero sé que, ante cualquier cosa que me suceda podré contar con ella porque siempre ha estado ahí.